13.4.07

Quilmes Rock Día 1

Comenzó nuevamente el Quilmes Rock, su cuarta edición más precisamente. La cerveza volvió para sumarse a la segunda gaseosa más importante en la realización de los festivales más importantes de Argentina, donde los únicos beneficiados somos nosotros, el público.

Los encargados de estrenar con rock argento el mega-escenario instalado en la cancha de River (con una pasarela que llegaba casi hasta la mitad del campo y una especie de araña metálica con miles de luces de todos los colores y tamaños) fueron los Attaque 77. Brindaron un show perfecto y muy contundente, sin tiempo para descansar ni un solo segundo. El set de la banda estuvo compuesto en su mayoría por temas de sus discos anteriores y solo tocaron dos de su nueva placa, Karmagedon: Buenos Aires en Llamas y Sexismo, ambos bien recibidos por la gente. También hubo tiempo para recordar al fallecido maestro neuquino Carlos Fuentalba y dedicarle Setentistas.

El final fue a puro hit y pogo de la mano de El cielo puede esperar, Chicos y Perros, Pagar o Morir y el eterno Dónde las Águilas Se Atreven.

Casi quince minutos después de que se fue Attaque subieron Las Pelotas. A diferencia del resto de las bandas de la fecha, tienen un poco de más oficio en este tipo de festivales y se reflejó en el escenario. Por ejemplo, fueron ellos junto con Fernando Ruiz Díaz, los únicos que le supieron sacar provecho a la pasarela que los acercaba a la mitad del campo.

Tal vez, el show de Las Pelotas no fue tan rockero como nos tienen acostumbrados, pero no por eso fue menos intenso, gracias al despliegue de Alejandro Sokol y el carisma y talento de Germán Daffunchio. Por momentos la banda sonó bien arriba con temas como Oruga, Desaparecido, Día Feliz y Como un Buey (que va en camino a ser el nuevo himno pelotero), mientras que la parte más tranquila fue acompañada por Pasillos, un clásico de su disco ¿Para Qué? y por Siento.

Los hits fueron los que allanaron el camino hacia el final y que pusieron a todo el público, que para esa altura ya llenaba todo el campo, a bailar y cantar. Shine, con la presencia de Panchito, amigo rosarino de la banda que se encargo de la armónica. Uva – Uva, Bombachitas, dedicado al remisero de Sokol, Capitán América y una silbatina masiva para el himno norteamericano. El último tema fue Hawai y tuvo como invitado a Gillespie.

Tras un intervalo de 15 minutos, acompañado por la música del DJ rockero Sucker, subió a escena Catupecu Machu.

Creo que a esta altura ya se puede decir que la banda de los hermanos Ruiz Díaz es sinónimo de electricidad y potencia, donde hasta la más grande de sus baladas parece que te va a volar la cabeza del poder con el que suena. Fue gracias a esta característica “eléctrica”, que supieron aprovechar al máximo el juego de luces del escenario, que acompañó perfectamente cada uno de sus temas.

Oxido en el aire, Secretos pasadizos y Acaba sin fin, fueron los encargados de despabilar a la gente que todavía se encontraba un poco fría. Magia Veneno y Lo que quiero es que pises sin el suelo, terminaron de sacarle la modorra a todos, que para esa altura ya estaban saltando desaforados.

Muy impresionante fue escuchar y ver a Fernando tocar Tangoide, mientras que en las pantallas se veía una imagen de Gaby tocando el mismo tema y con el mismo instrumento. Tal vez ese momento, seguido de Cuadros dentro de Cuadros y Solo Sueños fueron los momentos más emocionantes de todo el set de Catupecu.

Para el final, Persiana Americana (cuanto más emotivo es escucharlo si uno ve a Zeta tocando el bajo por el escenario), Dale (tal vez el pogo más grande de toda la noche después de Cielito Lindo), A veces vuelvo y Origen extremo se encargaron de dejar el clima bien caliente para que La Aplanadora del Rock terminé de arrollar la noche.

Es imposible hablar del excelente show que hicieron Divididos en el Quilmes Rock, cuando la noticia es otra. Promediando el final del set del trío de Hurlingham, Mollo y Arnedo amagaron con tocar los acordes de Next Week (por si hay algún desprevenido, clásico de Sumo). “Señales de humo” se limitó a decir Ricardo. Para esa altura lo que todos sospechábamos y deseábamos se estaba por cumplir, la TAN esperada vuelta de Sumo a los escenarios después de 20 años. De a poco fueron saliendo Alejandro Sokol, Germán Daffunchio, “Superman” Troglio y Roberto Pettinato. Entonces sí, muchas peleas, desencuentros y malos entendidos pasaron, pero Sumo, con su última formación completa, volvía a tocar tras la muerte de Luca Prodan.


Para esta altura la gente deliraba, muchos iban a ver a una de las grandes bandas argentinas por primera vez, otros, más veteranos, iban a recordar esos viejos buenos momentos del Café Einstein, el Parakultural y Cemento. Fueron solo tres temas, pero tres temas que quedaron grabados en los oídos y retinas de todos. Comenzaron con Crua-Chan o el verdadero nombre con el que ellos recordaban tocarlo Gaitas, los encargados de las voces fueron Sokol y Mollo.

El hecho de que todos hayan sonado como si que no hubieran practicado los temas (casi seguro que así pasó) le dio más magia a la reunión. Después fue el turno de Divididos por la Felicidad, con Gillespie en el escenario, con él arriba ya estaban todos los que tocaron en Sumo, casi casi, que se podía ver la sombra de Luca dando vueltas por ahí. Por último, para un final a todo trapo, tocaron Debedé. Una vez finalizado, estoy casi seguro que vi a muchos llorar de felicidad, creo que ni yo pude evitar que cayera una lágrima. No alcanzan las palabras para describir lo que se vivió ahí, pero una cosa es segura, todos los que no fueron, no saben de lo que se perdieron!


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