Las Pastillas se despidieron con otra fiesta
Otra vez, una fecha con entradas agotadas semanas antes. Nuevamente, ese ambiente de fiesta que no deja de sorprender a conocidos y extraños. De nuevo, un recital en que los protagonistas no se sintieron solos, tanto por el apoyo desde abajo del escenario como el desfile de amigos arriba.
Las Pastillas del Abuelo despidió el año en tierras porteñas con un excelente recital en Argentinos Juniors, que como frutilla del postre sonó como la puta madre (y perdón por la palabra, pero es el mejor adjetivo que encontramos).
Las luces se apagaron y, mientras el disperso campo se concentraba lo más cerca posible al escenario, en penumbras los protagonistas ocuparon sus puestos. Tras una introducción, “¿Qué vicios tengo?” comenzó con la fiesta pastillera en el Microestadio Malvinas Argentinas.
Como siempre, el color que suman los seguidores no pasó desapercibido. Desde el primer hasta último acorde, esa conexión que logran los músicos con el público, acompañada de globos y papel picado, garantiza ser testigos de grandes recitales.
Tras el saludo de Piti, “Perdido”, “José”, “¿Casualidad o causalidad?”, “Desde la postura”, “Amar y envejecer” y “Los oportunistas” continuaron en la lista de 30 temas.
Jorge de La Perra Que Los Parió en percusión, Matías Traut de Riddim, Ariel Viale y Luciano Katz de Pampa Yakuza, Ezequiel Resquejo de La Furia de Petruza, Bárbara Silva de Mama Chabela, Alejandro Balbis y su coro, “el Negro” García López y “Mikel” de Kapanga, entre otros amigos, se sumaron a la fiesta, dándole mayor energía a los temas que sonaron en el recital.
Tras “¿Dónde esconder tantas manos?”, en la lluviosa noche porteña sonó “¿Qué es Dios?”, para que sobresalgan las remeras celestes y blancas, globos con los mismo colores aparezcan volando en el campo y el grito de “¡Diego, Diego!” suene al unísono tras finalizar la canción que Las Pastillas le dedicaron al mejor jugador de la historia del fútbol.
Luego llegó el turno de temas más viejos, sin registro aún en algún disco oficial, pero conocidos por todos: así, “Me han dicho”, “Ama a quien llora por ti” y “Sabina y Piazzola” también fueron parte de la despedida del año pastillera.
“¿De dónde vengo?”, “¿Quiero tener razón o ser feliz?” y “¿Hacia dónde voy?”, los últimos dos con el aporte de la bella voz de Bárbara Silva, continuaron en la lista de canciones. Lo único para reprochar de todo el recital es que a la cantante de Mama Chabela no se la escuchó bien. Así, se completaba la mitad del show.
¿Qué carajo es el amor? Una pregunta que muchos se hacen y tarde o temprano se consigue una respuesta. Lo mismo se preguntaron los integrantes de Las Pastillas, y su respuesta está en un tema que cita al “Indio” Solari y su hit “Todo un palo”. La noche seguía, obviamente con Alejandor Balbis y su coro arriba de escenario acompañando con su excelente juegos de voces. Por eso, esta parte del recital se completó con “Viejo”, previo relato que Piti le dedicó a su mamá, y “¿Me juego el corazón?”.
“Peldaño” (tema que hace explotar todas las fiestas), “Tantas escaleras”, “Locura y realidad”, “Osiris” y “¿Cómo pudo entrar en mí?” continuaron en la lista de temas y formaron parte del mejor momento del show, provocando revoluciones debajo del escenario.
Luego, otras dos canciones sin registro en alguno de los tres discos oficiales de Las Pastillas del Abuelo continuaron en la noche: “Envuelto en soledad” y “Country de la soledad” hicieron cantar a todos y, a su vez, permitieron un respiro para el cierre.
Con un cubano simpático (y medio ladri) que acompañó con su voz, “La casada”, un tema que es una sana costumbre en cada recital pastillero y no mata el placer de escucharla, comenzó con la despedida.
Luego siguieron “Enano”, con “La Pabellum del buen psicópata” de Los Redondos en el medio, y “¿Qué pretendo no saber?”, para dejar la pista libre a las últimas dos canciones de la noche.
Primero Skalipso, con el clásico clavado de “Piti” hacia ese mar de gente que lo esperan recibir con los brazos abiertos, y luego “Otra vuelta de tuerca” coronaron la perfecta noche.
La insoportable tormenta que suspendió el clásico entre San Lorenzo y Huracán, club del que el cantante de Las Pastillas es fanático, no pudo arruinar la increíble fiesta. Poco importó llegar pasados por agua e irse igual. Como despedida de un año en donde se llegó al Luna Park y se editó el tercer disco de estudio, Las Pastillas del Abuelo y su público no pueden pedir más.